En una época donde obtener alguna obra literaria o algún tema musical es accesible y gratis gracias a la velocidad de las nuevas tecnologías de la información, se pierde de vista un derecho constitucional que limita este tipo de apropiaciones ilegales: el denominado “derecho a la propiedad intelectual”. Esto demuestra que no puede existir ningún derecho absoluto, a excepción de la libertad de pensamiento; lo que existen son derechos relativos, y su ejercicio debe ser conforme a las leyes que lo reglamenten.
El limite impuesto por los derechos intelectuales, tienen que ver con la protección de aquel que posee la propiedad de una obra, invento o descubrimiento, para evitar su publicación o uso sin previa autorización.
Para ejemplificar este derecho, se puede recurrir al caso “Monzón” presentado a continuación:
El 13 de abril de 2005 la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional consideró a Rodriguez Monzón, Nélida Esther del delito previsto y reprimido en el artículo 72 inciso “a” de la ley 11.723.
El mismo plantea:
Sin perjuicio de la disposición general del artículo precedente, se consideran casos especiales de defraudación y sufrirán la pena que él establece, además del secuestro de la edición ilícita:
a) El que edite, venda o reproduzca por cualquier medio o instrumento, una obra inédita o publicada sin autorización de su autor o derechohabientes.
Tal acusación se atribuyó a que la autora vendió en forma irregular, periódica y reiterada, reproducciones de libros de textos sin tener para ello la debida autorización de sus autores o derechohabientes. Dicha actividad comercial se efectuaba en el comercio de Monzón en donde proveían de material bibliográfico fotocopiado al alumnado de la Universidad Argentina de Empresas.
Debido a que la autora era conciente de los fines económicos de su proceder y la venta de libros fotocopiados la principal actividad del negocio la, Cámara consideró inverosímil los argumentos esgrimidos por la acusada en declaración indagatoria.
Como elemento de prueba se recurrió al secuestro de una gran cantidad de fotocopias de libros en el local comercial que Monzón poseía en sociedad junto con Laura Cristina Y Gabriel Alberto Cabrera.