Capítulo extraído del libro “Un Mundo Ideal” Valeria J. Bustamante 2009
Era un café quizá menos ameno de los que podrían celebrarse en las estaciones de otoño, y no porque la borra supiera rancia sino porque las tazas sabían a pocas.
La mesa del bar era menos grande que los comensales que ya habían llegado, y la “libertad” se sentó al lado de la “responsabilidad moral” para no sentirse tentada por la compañía del “perjuicio”.
El “perjuicio” se mofaba del “derecho” y se mensajeaba amigablemente por un blackberry con la “dictadura”.
Había dos sillas vacías que esperaban a la “justicia” y a la “pluralidad” quizá porque la conversación era acaparada por la “censura”.
_ Vos no hablés!!!- le gritó la “mordaza” a la “expresión”, que tímidamente levantaba la mano para opinar, y en ese momento la libertad sintió que perdía una de sus posibilidades para hacerse amiga de la “pluralidad”.
El “derecho”, al verla tan apenada le susurró al oído- no te olvides que todavía podés pensar. Y la “libertad” sonrió al instante y recordó que la relatividad no califica al pensamiento, porque lo absoluto de este estaba garantizado en un artículo catorce que alguna vez había leído.
La “responsabilidad moral” abrazó a la “expresión” y le prometió hablar con una conocida llamada “réplica” que quizá, si la “jurisprudencia” lo permitía, podría hacerle lugar para que diga eso que la “mordaza” callaba y así, la expresión también sintió calma sin descuidar por supuesto la previsión de refugiarse en el “pedido de amparo”.
El “perjucio” invitó a una pareja poco amigables: el “dolo” y la “culpa”, que paradójicamente tenían desinterés e intencionalidad de estar sentados allí… Pero como el “perjuicio” no conoce límites, le interesó bien poco incluir a estos malvenidos.
_ No deben sentarse a la mesa quienes no han sido invitado- intervino el “derecho” mientras documentaba la ausencia de esta pareja en la lista de permitidos.
_ Esto no pasaba cuando la dictadura participaba de estas reuniones y vos (en alusión al “derecho”) te quedabas en tu casa de tapas duras- refunfuñó el “perjuicio” que debió pedirles al “dolo” y a la “culpa” que se retiraran.
En ese momento hizo su entrada la “justicia” mientras pedía perdón por la tardanza, y la sonrisa se dibujaba en la cara de la “libertad” y se desdibujaba en la de la “censura”.
_Qué pasa que no ha llegado la pluralidad”? - preguntó la “justicia” al “derecho” quizá porque este, la mayoría de las veces, tenía la respuesta mejor formulada que la “libertad” siempre tan relativa.
_ Es que la “censura” quiere que creamos en su verdad y no le hizo llegar la invitación a tiempo- respondió el “derecho” en un tono acusador, y la “censura” bajó la cabeza reconociendo de esa forma la sanción que se vendría.
El “pensamiento” entró en escena y propuso invitar al “sufragio” para elegir la pena que se merecía la “censura”.El escrutinio dio como resultado seis votos contra uno, esa minoría no podía ser otro que la elección del “perjuicio”.
… Y desde ese día, los cafés ya no fueron ni rancios ni pocos, porque la “pluralidad” empezó a recibir la invitación y pudo llegar a tiempo. Y porque la “censura” ya no se sentó más en esa silla… y porque el “perjuicio” quedó fuera cuando la “responsabilidad moral” le puso límites.